jueves, 2 de enero de 2014

Tormento Vampírico

La luna iluminaba el umbrío paso que se hallaba frente a mí. Un sendero atestado de árboles a ambos lados, cuyos troncos estaban recubiertos de musgo. Tras haber estado divagando durante horas en busca de la vieja casa de mis padres sin poder ejecutar mi venganza, decidí ceder el paso a mis escasos dulces recuerdos que poseía y que se debían a mi horas de soledad en aquél bosque. Sonreí irónicamente al recordar las oníricas leyendas que la gente atestaba sobre mi preciado reino musgoso; el viento guiaba los pasos de las ánimas danzantes, que buscaban algún alma al que persuadir y robar la razón por pura ambición y diversión. Según aseguraban,ánimas torturadas en vida,rebosantes de odio y ansiosas por corresponderlo.
Y ahora la única criatura carente de vida y rebosante de odio que se disolvía entre la espesura era yo.
Decidí guiarme por mis instintos y seguir caminando hasta que el cansancio sometiera a mi cuerpo a desfallecer. solo deseaba saciar mi sed y mi rabia contra el primer ser que se cruzase por mi camino. Por ello había decidido adentrarme en la sepultada espesura que suministraba a mi alma la paz que tanto ansiaba.Los recuerdos se proyectaban en mi mente como alfileres, punzantes, dolientes, al igual que la amarga verdad imposible de ignorar. Me dejé caer en el suelo impulsada por el dolor que me producían mis recuerdos. Al igual que aquella niña asustada que desgarraba su piel en busca de un consuelo inexistente y contradictorio."Demasiado para una niña"  pensé. Ahora los recuerdos abarcaban cada parte de mi ser apoderándose de mi escaso bienestar,destruyéndome por dentro, recordando las heridas... Abrí los ojos y me reincorporé a la realidad. Sentía un leve dolor en mi brazo...lo observé sorprendida, involuntariamente había clavado las uñas en mi piel, y las lágrimas resbalaban sobre mis mejillas odiosamente. La intensidad de mis memorias había trastornado mis minutos de calma. Pero no tardé demasiado en deplorar una presencia y en escuchar el sonido de unos pasos transcurriendo. Una luz cegó mis ojos vampíricos. Asombrada mis ojos se abrieron ampliamente. No podía creer lo que se manifestaba ante mi vista. Las leyendas habían decido morir para transformarse en una macabra realidad. Un áurea uniforme de luz levitaba sobre el denso suelo y emitía una frágil melodía imitando el llanto de una débil voz. Me apresuré en incorporarme rápidamente, pero entonces, los rayos de luz se volvieron más intensos y la abstracta figura desapareció en el mismo instante en el que mi extremidades volvieron a ascender en su posición original. Mis colmillos permanecían mostrándose protectoramente incluso después de la desconcertante escena que había experimentando. Pero aún así en mi recóndita alma seguía percibiendo fuertemente el sentimiento que me advirtió que una presencia no se hallaba muy lejos de mí...

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